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Nuestras buenas o malas intenciones no modifican enabsoluto a la naturaleza, las acciones concretas, la praxis, sí. Desear que un
agente externo a nosotros realice el trabajo que a nosotros nos corresponde es
lamentable e irresponsable; eso lo único que muestra es derrotismo práctico y
decadencia intelectual.
Slavoj Žižek supuso optimista e ingenuamente que la
pandemia de Coronavirus sería una furibunda embestida, algo así como la
“técnica de corazón explosivo de la palma de cinco puntos” (Žižek, 2020), en
contra del capitalismo. Esto, sostuvo él en su desbordado río de optimismo
leibniziano, mandaría una señal muy precisa para todos: no podemos seguir más
por esta calzada neoliberal burgués; es preciso un cambio, mas no sólo un
cambio, sino más bien uno radical. Es algo necesario. No. No podemos prolongar
nuestra existencia bajo esta anti-lógica capitalista falsa y mortal.
Fue necesario que se diera una crisis de salud
global, como aseverando que lo que él decía en ese momento era cierto e
irrefutable, para que pudiéramos alcanzar la cúspide de la reflexión acerca del
tipo de sociedad en la que nos hallamos insertados y determinados con los otros
en diversos niveles. Gracias a esto creyó que se daría el paso siguiente:
repensar los mojones fundamentales en los que la sociedad descansa. En esa
infortunada encrucijada en la que nos encontrábamos, pávidos de terror y
deseosos de cualquier primicia favorable, cuando él escribió eso, era algo
ineludible, todo el mundo pensaría y, por consiguiente, despertaría y se daría
cuenta de la clase de sistema económico que rige el campo económico.
Una posible reorganización de la
economía a nivel mundial era algo en definitiva pensable. A estas alturas del
juego, es probable que esté acaeciendo en este momento una reorganización del
mercado a nivel mundial, la antigua forma, vetusta y rancia, de mercado poco a
poco se irá desmoronando, como témpano expuesto a los rigores del sol, como los
terratenientes cuando el capitalismo empezó a emerger y pujar, pero su lógica
interna y el principio de identidad, que quieren naturalizar los burgueses,
siguen incólumes. Una cosa es cierta: la economía y el mercado son cada vez más
abstractos y, por lo mismo, menos reales y dificultoso de advertirlos en su
movimiento. La realidad material del mercado y su espacialidad, dentro de poco,
se verá desplazada por la digital, dicha institución, vital para la vida, se
vuelve cada vez más indeterminada. Ya no habrá espacio ni tiempo que le impida
moverse con una rapidez asombrosa. Siempre ha sido ese el propósito de todo
sistema: someter a un yugo de indecible sufrimiento a las fuerzas objetivas y
subjetivas de la naturaleza; los hombres con sed de poder quieren dominar sus
leyes para embriagarse en la efímera ilusión del poder. ¿En qué realidad
invierten y pierden más tiempo las personas hoy en día?
Hablar de posibles efectos secundarios beneficiosos
de la pandemia, parece necio, mas nuestro amigo Slavoj Žižek lo creyó en su momento así. Detrás de un gran
evento, es obvio, tiene que haber un gran suceso. Y pienso que ese fue el momento
preciso y propicio para que el capitalismo mutara. El capitalismo es cada día
menos material y más espiritual. Así que no fue, como conjeturó ingenuamente
Slavoj Žižek , el comunismo el que se reinventó, sino por el contrario, fue el
capitalismo que mutó a su forma más ignominiosa: la abstracta. El problema de
Slavoj Žižek y de muchos marxistas y neomarxistas es que por lo general piensan
al sistema económico capitalista en su afuera, pero no se ponen a pensar que no
sólo es materialidad, es ideología, espiritualidad. Destruir sus determinaciones
objetivas o fenoménicas y sus instituciones positivas resulta inofensivo si
aquel ya logró conquistar las fortalezas espirituales de la sociedad.
Slavoj Žižek es un iluso, como el religioso gazmoño
que espera que una fuerza externa a él le realice su milagro. Si queremos en
verdad que este sistema siniestro, repleto de toda clase de crueldad,
inmundicia y putrefacción, se precipite al suelo a gran velocidad, es preciso
echar por tierra no sólo sus bases materiales, sino que además su credo y su lógica
interna. Si eso no sobreviene, no esperemos permutaciones. Esperar que un
virus, impelido por un dinamismo vital —irracional y ciego— realice lo que
nosotros no hemos podido lograr en tantos años, no sólo es iluso, es, con
perdón Žižek , estúpido. Si nuestra gente continúa derritiéndose, cosa que
ocurre con mucha frecuencia, como poliducto expuesto al fuego enfrente de un
europeo o norteamericano y sus productos, es señal que el imperialista ha hecho
bien su trabajo, y el comunismo, no.
Bibliografía
Žižek, S. (2020, febrero 27). Coronavirus es un golpe al capitalismo. Retrieved from Russia Today: http://www.relats.org/documentos/FTLecturas.Zizek.abril.pdfril.pdf
Comentario de facebook por: Bucio Borjas
ردحذفObservaciones generales: 1) Zuzek esperaba eso, como una especie de "esperanza revolucionaria". 2) No había ni hay vanguardias revolucionarias relevantes en estos momentos, ni en Europa ni América en cuanto a un programa revolucionario social. 3) El golpe sistémico ha sido demasiado severo sobre la clase trabajadora. 4) La crisis no concluye, se prolonga. Podría tomar dimensiones aun más abrumadoras si nos llega una segunda ola más severa. 5) Tácticamente, pero con un propósito estratégico, lo mejor para la clase trabajadora en estos momentos es sobrevivir resistiendo, y en tanto articular programas revolucionarios apropiados para cada realidad concreta. Creo.
Fuente: https://www.facebook.com/groups/insurgenciacultural/permalink/650506022264170/