Pensar y sentir revolucionarios

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Compañeros y compañeras: quiero decirles esto a los que todavía creemos en la pureza del espíritu revolucionario y a los cobardes que, incapaces de vencer sus batallas interiores y emocionales, caen rendidos por su resentimiento también les digo esto.

 

El pensamiento y el sentimiento deben coexistir, pues los más eminentes filósofos como Platón  (en la antigüedad), Descartes, Espinoza y la mayoría de los grandes de la ilustración suponían que el pensar es superior que el sentir. Xavier Zubiri, agudamente puso esta opinión en tela de juicio.

 

Hacer un bien grande sería deseable, pero hacer un chico, por ínfimo que aquel pueda parecer a las personas que no son capaces de salir de sus nichos interiores, es mejor que la no acción, la indiferencia o, peor aún, que el hacer un mal grande.  Qué sería Méjico, por decir algo, sin aquella épica madrugada del 16 de setiembre de 1810, que fue cuando Miguel Hidalgo lanzó el famoso "Grito de Dolores".  Visto desde un punto de vista fáctico a pesar de todos los frutos que aquello rindió, lo suyo fue, desde un punto de vista militar, un fracaso total, pero la fuerza de su pensar y de su sentir fue siempre el motor que movió su vida: y por eso fue un éxito.

 

 Vale la pena involucrarse en luchas sociales para que los derechos de los grupos históricamente oprimidos sean reconocidos y valorada su dignidad, vale batallar incluso por aquellos que no nos quieren y que, en peores escenarios, hasta nos podrían perseguir sistemáticamente por nuestra forma de pensar-sentir.

 

Y lo es porque al hacer un repaso de la historia, se puede advertir hombres y mujeres que con gran determinación fueron capaces de luchar y en ocasiones hasta de ofrendar sus vidas por ideales que una masa ingrata reaccionaria jamás entendió, ni entenderá y si lo hace lo hará mal. Pero su amor sincero y su fe antropológica  son el ejemplo de su irrefutable coherencia; algo tan carente en nuestra época, como en todos los tiempos.

 

Ninguna  postura, por ser humana, será completamente objetiva. El que no lo sea no significa que por ello carezca de verdad y objetividad humanas.