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EI filósofo produce ideas, el poeta
poemas, el cura sermones, el profesor compendios, etc. EI delincuente produce
delitos. Fijémonos un poco más de cerca en la conexión que existe entre esta
última rama de producción y el conjunto de la sociedad y ello nos ayudará a
sobreponernos a muchos prejuicios. El delincuente no produce solamente delitos:
produce: además, el derecho penal y, con ello, al mismo tiempo, al profesor
encargado de sustentar cursos sobre esta materia y, además, el inevitable
compendio en que este mismo profesor lanza al mercado sus lecciones como una
"mercancía". Lo cual contribuye a incrementar la riqueza nacional,
aparte de la fruición privada que, según nos hace ver, un testigo competente,
el señor profesor Roscher, el manuscrito del compendio produce a su propio
autor.
EI delincuente produce, asimismo, toda la
policía y la administración de justicia penal: esbirros, jueces, verdugos,
jurados, etc., y, a su vez, todas estas diferentes ramas de industria que
representan otras tantas categorías de la división social del trabajo;
desarrollan diferentes capacidades del espíritu humano, crean nuevas
necesidades y nuevos modos de satisfacerlas. Solamente la tortura ha dado pie a
los más ingeniosos inventos mecánicos y ocupa, en la producción de sus
instrumentos, a gran número de honrados artesanos.
El delincuente produce una impresión, unas
veces moral, otras veces trágica, según los casos, prestando con ello un
"servicio" al movimiento de los sentimientos morales y estéticos del
público. No sólo produce manuales de derecho penal, códigos penales y, por
tanto, legisladores que se ocupan de los delitos y las penas; produce también
arte, literatura, novelas e incluso tragedias, como lo demuestran, no sólo La
culpa de Müllner o Los bandidos de Schiller, sino incluso el Edipo [de
Sófocles] y el Ricardo III [de Shakespeare]! EI delincuente rompe la monotonía
y el aplomo cotidiano de la vida burguesa. La preserva así del estancamiento y,
provoca esa tensión y ese desasosiego sin los que hasta el acicate de la
competencia se embotaría. Impulsa con ello las fuerzas productivas. EI crimen
descarga al mercado de trabajo de una parte de la superpoblación sobrante,
reduciendo así la competencia entre los trabajadores y poniendo coto hasta cierto
punto a la baja del salario, y, al mismo tiempo, la lucha contra la
delincuencia absorbe a otra parte de la misma población. Por todas estas
razones, el delincuente actúa como una de esas "compensaciones"
naturales que contribuyen a restablecer el equilibrio adecuado y abren toda una
perspectiva de ramas "útiles" de trabajo.
Podríamos poner de relieve hasta en sus
últimos detalles el modo como el delincuente influye en el desarrollo de la
productividad. Los cerrajeros jamás habrían podido alcanzar su actual
perfección, si no hubiese ladrones. Y la fabricación de billetes de banco no
habría llegado nunca a su actual refinamiento a no ser por los falsificadores
de moneda. EI microscopio no habría encontrado acceso a los negocios
comerciales corrientes (véase Babbage) si no le hubiera abierto el camino el
fraude comercial. Y la química práctica, debiera estarle tan agradecida a las
adulteraciones de mercancías y al intento de descubrirlas como al honrado celo
por aumentar la productividad.
EI delito, con los nuevos recursos que cada
día se descubren para atentar contra la propiedad, obliga a descubrir a cada
paso nuevos medios de defensa y se revela, así, tan productivo como las
huelgas, en lo tocante a la invención de máquinas. [...]
“Ha de haber algo
putrefacto en la médula misma de un sistema social que aumenta su opulencia sin
reducir su miseria, y aumenta en crímenes aún más rápidamente que en números.”
Crimen y
pauperismo, publicat al New York Daily Tribune, el 16 de setembre de 1859